17 de septiembre de 2011

La ciudad de Baixas (Francia)

Tengo buenas experiencias con booking.com, una plataforma para reservar hoteles que de vez en cuando tiene ofertas de hoteles a precios bien rebajados. Así llegué al único hotel que hay en Baixas, una ciudad muy pequeña de casi 2500 habitantes a 14 km al noroeste de Perpiñán (o sea: no tiene nada que ver con las baixas gallegas, pero sí la palabra Baixas viene del catalán ...).

Sita entre viñedos es una ciudad que casi a cada paso deja ver la importancia que tuvo en la edad media:

Los vestigios de la época medieval se mezclan con edificios y tiendas que hacen sentirse un poco como en un pueblo de hace décadas:


Por la tarde, casi a la hora de anochecer, me gusta mucho la vuelta por el centro histórico de la ciudad, a pesar de que casi no veo lo que más esperaba en esta comarca vinícola: un bar para tomar un chato de vino de la tierra.- Lo que me sorprende es la extraordinaria amabilidad de la gente: todos que cruzan mi camino me saludan; de hecho, me sentía muy mal por no responder al principio del mismo modo.

Al fin, ya fuera del centro medieval, veo un bar:

Entro prácticamente a última hora, porque a las ocho cierra. Pero me da tiempo estudiar las fotografías colgadas en la pared. Me entero que hace tiempo hubo comunicación ferroviaria con esta ciudad:

La mañana siguiente paso por el edificio que antaño ha sido la estación, para despedirme de Baixas con un café con leche tomado en el Café de la Gare sin trenes:

7 de septiembre de 2011

Neuchâtel, entre dos trenes

Desde que la primera vez, en 1973, pasé por tren por esta ciudad me intrigaba verla de cerca y de por dentro; a la ciudad y al lago en cuyas orillas se sitúa ésta, se ve desde arriba.- Después de haber pasado tantas veces más, esta vez sí lo arreglé así que entre el tren del cual descendí me quedaban horas antes de tener que subir al tren para continuar el viaje.

La bajada de la estación hacia el centro de la ciudad no resultó aburrida:

Incluso encuentro una tienda de las de antes, donde compro pan, queso y vino:

... para poder almorzar a gusto en la orilla del Lac de Neuchâtel:

Después sigo el paseo, subiendo al castillo y contemplando desde allí a la ciudad y al lago:
... hasta que al fin debo subir otra vez a la estación para no perder el tren.

5 de septiembre de 2011

Port Bou y Walter Benjamin

Con todo lo que dicen los ecologistas y a la vez amigos de los ferrocarriles - ¡y lo dicen con muchísima razón! en contra del afán español de crear líneas ferrocarriles de alta velocidad: antes fue impensable, hoy es posible ir en autobús desde un pueblo de Segovia a Madrid, desde allí en tren a Barcelona, y luego continuar en tren hasta Port Bou, llegando allá todavía con luz del día. Y todo eso en un día y sin madrugar, con buena pausa en Madrid y otra en Barcelona, y con tiempo suficiente en Port Bou a un paseo (¡con luz de día!) que da tiempo para ver lo más importante del pueblo.



Redactando esta entrada encontré en la red este artículo de Les Back que me parecía muy bueno: Beaches and graveyards. Europe's haunted borders (publicado en inglés el 30.5.2008).

La traducción al alemán fue publicada el 2.9.2008: Strände und Friedhöfe. Die Gespenster der europäischen Grenzen

Recomiendo mucho este artículo porque el autor relaciona lo que pasa hoy con lo que pasó siete décadas atrás en Port Bou, y porque dice mucho en lo cual yo me he quedado corto.



En setiembre del año 1940 Walter Benjamin, filósofo alemán huyendo de los esbirros del fascismo alemán que también mandaba en Francia, en circunstancias muy distintas a las mías llegó a Port Bou, después de haber atravesado las montañas yendo a pie y en condiciones de clandestinidad. Y poco después de llegar y haberse alojado fue tomado preso:

Antes de seguir a sus huellas (y después de buscarme alojamiento) di un paseo por la bahía donde topé con esta obra que de cierta forma hace presentir lo que luego se experimenta siguiendo a la Ruta Walter Benjamin:

Antes, hace mucho calor y por el cansancio del viaje, me permito una pausa:

De hecho son muy pocos pasos que significa seguir a estas indicaciones:

Pronto se llega al llamado Mirador de Walter Benjamin que de hecho ofrece un panorama espectacular:

... aunque Walter Benjamin, de camino al exilio, por sus preocupaciones existenciales no habrá subido a este punto de unas vistas maravillosas sobre la bahía.

Mientras a Port Bou mucho se debe agradecer sus esfuerzos de mantener vivo el recuerdo a Benjamin, mucho este pueblo que entró en crisis por el levantamiento de la frontera con Francia, debe a él por los que pasan por Port Bou justo por eso, un turismo estimulado por un marketing prudente del ayuntamiento.

Me dirijo al cementerio en cuya entrada se encuentra la placa que allí ya estuvo cuando hace décadas la primera vez pasé por aquí:

Demasiado sencilla la placa, el marketing requiere un símbolo más contundente:

... una tumba que no es tumba porque los restos mortales de Benjamin, después de haber yacido unos cinco años en un nicho del cementiero (después de un entierro católico que por lo que sea dieron a un judío - equivocación que a mí me parece uno de los rasgos más humanos de todo este episodio), fueron arrojados a la fosa común.

Y ahora a conocer y a adentrarse en el memorial creado por Dani Karavan en los años noventa:

Me gustó el memorial: llega a hacer sentir lo que quiere expresar.

A continuación vuelta al centro del pueblo y a la casa de la entonces Fonda Francia donde se alojaron Walter Benjamin y sus acompañantes y donde murió él: